MADUREZ EN LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS – II Parte
Madurez en la resolución de conflictos (II Parte)
(Serie: La epístola de Santiago, madurez espiritual)
En la primera parte de este estudio vimos que la raíz de los conflictos viene de nosotros porque queremos algo que no tenemos. Si no lidiamos con este conflicto interno, este se externaliza y tenemos conflictos con otras personas.
En libro de Santiago expresa que una manera de escapar de los conflictos, o evitar que explote dentro de nosotros, es mediante la comunicación constante con Dios. También Santiago dice que hay que aprender a contener el conflicto antes de que afecte alguien más, de otro modo este se expande y se vuelve más difícil de manejar.
Tenemos la oportunidad de prevenir el conflicto examinando nuestros corazones. Santiago 4: 7 al 10 nos enseña: “Someteos a Dios, resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y Él se acercará a vosotros”. Si nosotros pudiésemos aprender esta clave, todos los conflictos de nuestras relaciones interpersonales podrían ser prevenidos.
Identificar el conflicto que tenemos internamente es una habilidad que debemos desarrollar en nuestras vidas. Lo que Santiago nos está exhortando a hacer es que paremos el conflicto antes de decir algo de lo que luego nos arrepintamos. Debemos lidiar con el conflicto de manera interna para no tener que hacerlo de manera externa.
Cómo podemos prevenir el conflicto en nuestros corazones:
1. Ora a Dios: Es clave poder identificar el conflicto antes de involucrar nuestras relaciones. Santiago nos anima a que cuando tenemos un conflicto interno vayamos delante de Dios.
Santiago 4:7. El diablo busca la manera de enemistarnos. Resistir al diablo es ir primero ante Dios en oración. Puedes venir delante de Él y decir “Señor, yo me siento irrespetado, frustrado”. Cuando haces esto, esa pasión que tienes o el deseo se lo estás trayendo a Dios, en vez de ir a alguien más. Muchas veces Dios permite que pasemos temporadas en las que tenemos faltas en nuestras vidas para que cuando las experimentemos, Él sea el que llene ese vacío que sentimos con su presencia, su paz, su gozo.
Santiago 4:8. Santiago está hablando de arrepentimiento, de limpiar nuestros pecados. Si mi deseo de algo es mayor a mi deseo de Dios y no me importa que entre en conflicto con otra persona, eso significa que hay algo dentro de mi corazón que no está bien.
Santiago 4:9. Afligíos, lamentad y llorad: Eso realmente define lo que es arrepentimiento. 1 Juan 1.9 nos enseña “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.
No hay nada en el mundo que pueda afirmarme más que Cristo murió por mí. Nunca va a ser suficiente la afirmación de la gente, porque nosotros fuimos creados para ser llenos y completos por Dios, no por las personas. Cuando venimos delante de Dios, lo buscamos y nos sometemos a Él, podemos entender la plenitud que tenemos con Él.
2. Protege a otros: Santiago 4: 11,12. Cuando comenzamos a hablar mal de alguien, a criticarlo, nos ponemos en el papel de un juez y comenzamos a dar por sentado cosas de esa persona. Solo hay un dador de la ley y juez, aquel que es poderoso para salvar y destruir. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder, pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?
Si tienes amargura en tu corazón, ve a Dios, a un líder. Si sigues teniendo amargura en tu corazón, ve con la persona con la que tienes el conflicto y habla con ella. Protege a la persona con la que quieres murmurar y la persona con la que estás frustrada. Si sometemos esto delante de Dios, Él puede comenzar a sanar. Protege a otros.
Tres puntos de aplicación:
1. Presta atención a tus oraciones: Cada cristiano debe desarrollar su vida de oración de una manera que sea profunda, porque esa es la manera de comenzar a ganar esa batalla. Dios es una persona y Él anhela que tú converses con Él. Quiero animarte a que separes un tiempo para estudiar la palabra de Dios y hablar con Él. Es allí donde muchos problemas son resueltos.
2. Si hay alguien en tu vida con quien estás luchando y hablas de esa persona cuando no está presente, pídele a Dios que te perdone. Cuando murmuramos y hablamos mal de los demás nos ponemos en el rol de jueces.
3. Permanece en Cristo. Esta es la solución al conflicto. Santiago dice que la raíz del conflicto es desear algo que no tengo. En Juan 15, Jesús dice “permaneced en mí”. Cuando permanecemos en Él y pedimos cualquier cosa y Él la dará. Cuando estamos pasando tiempo con el Señor nos damos cuenta de cuáles son los deseos que Él quiere que tengamos en nuestro corazón.