Parte 5- JUSTICIA POR LA FE

06/04/2025

Parte 5- JUSTICIA POR LA FE

Serie: Todo lo que necesitas saber sobre la vida cristiana y algo más

Parte 5: Justicia por la fe (Romanos 3, 21-31)

Expositor: Pastor Todd Tillinghast

El libro de Romanos gira en torno a una pregunta fundamental: ¿Cómo puede una persona ser salva? La respuesta de Pablo se encuentra en Romanos 1, 16: «El evangelio es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree». No es el evangelio mismo lo que salva, sino el anuncio de cómo Dios salva mediante su poder.

En los primeros tres capítulos, Pablo expone la gravedad del problema humano: el pecado de toda la humanidad y la justa ira de Dios (Romanos 1, 18). Nos muestra que el verdadero peligro no es solo el pecado, sino estar bajo la ira divina. Además, plantea el dilema de Dios: ¿Cómo puede ser completamente justo y amoroso a la vez, sin negar ninguno de sus atributos?

Pablo nos lleva a entender que la humanidad está atrapada, es incapaz de salvarse por sus propios medios o buenas obras. Solo hay una salida: la justicia de Dios, recibida por medio de la fe en Jesucristo. De esta manera, no son los ‘buenos’ los que entran al cielo, sino los justificados en Cristo.

En este estudio veremos tres principios:

1. El estándar de Dios (Romanos 3, 21-24)

En Mateo 7, 11, Jesús nos recuerda que, aunque somos malos, sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos. Esto nos muestra una realidad importante: todos cargamos con pecado, aunque muchas veces solo nosotros mismos sepamos cuán profundo es. No necesitamos depender de nuestra propia justicia ni de nuestra autosuficiencia; lo que verdaderamente necesitamos es la justicia que proviene de Dios.

Todos hemos pecado (Romanos 3, 23). No hay excepciones. Sin embargo, dentro de nosotros suele surgir la idea de que no somos ‘tan malos’. Tal vez pensemos que no somos perfectos, pero al menos mejores que otros. Comparamos nuestros errores con los pecados de quienes han cometido cosas más graves, como si eso nos hiciera más justos. Lo cierto es que ninguno de nosotros ha alcanzado la gloria de Dios.

2. El sacrificio de Dios (Romanos 3, 24-26)

Pablo nos habla en Romanos 3, 24 de la justificación, un concepto clave para entender la salvación. Como no podemos salvarnos por nosotros mismos, necesitamos que Dios nos justifique, es decir, que nos declare justos, aunque en realidad no lo seamos.

Esta justificación viene por medio del sacrificio de Jesús, a través de la redención que hay en Él (Romanos 3, 25). No se trata simplemente de que Dios nos dé su justicia sin más, sino que alguien tuvo que pagar el precio del pecado para que esa justicia fuera válida. Esa persona fue Jesús, quien siendo Dios, se hizo hombre y vivió una vida perfecta sin pecado y enfrentó las mismas tentaciones que nosotros.

Él cumplió completamente la ley de Dios, obedeció en todo, pero la obra de salvación se completó en la cruz, donde recibió toda la ira de Dios contra el pecado. Durante siglos, Dios fue paciente, no derramó su juicio de inmediato sobre la humanidad, pero su ira se acumuló, y en el momento justo, fue descargada completamente sobre Cristo.

El sufrimiento de Jesús fue real, profundo y doloroso. Su sacrificio no fue sencillo, le costó todo. Gracias a lo que Él hizo, Dios puede ahora justificarnos justamente (Romanos 3, 26) porque el castigo que merecíamos ya fue pagado en la cruz.

3. La salvación del hombre

Ahora bien, ¿cuál es nuestro papel en todo esto? Romanos 3, 28 nos da la respuesta: Somos justificados por la fe. Esto significa que debemos creer, no hacer obras o esfuerzos humanos para ganarnos la salvación. No hay nada que podamos hacer para merecerla, lo único que se nos pide es fe.

Esa fe implica reconocer dos cosas fundamentales:

  • Reconocer que necesitamos un Salvador: No basta con saber que Jesús murió por mí, sino que debemos entender que lo necesitábamos desesperadamente, que sin Él estamos perdidos.
  • Creer que solo la vida perfecta de Cristo puede salvarnos: Su obediencia total, su vida sin pecado, es lo único que puede justificarnos ante Dios, y ese regalo se recibe únicamente por la fe, no por méritos ni por nuestras buenas intenciones.

El libro de Romanos nos confronta con una de las preguntas más importantes que cualquier persona puede hacerse: ¿Cómo puede uno ser salvo? Pablo responde con claridad que es por medio del evangelio, que es el poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree (Romanos 1:, 16). Esta salvación no depende de lo que hacemos, sino de lo que Dios ha hecho en Cristo.

Primero, Pablo nos hace ver la realidad de nuestro pecado y la urgencia de escapar de la ira justa de Dios. Luego, nos muestra que la justicia de Dios es provista a través del sacrificio perfecto de Jesús, quien vivió sin pecado y recibió el castigo en nuestro lugar. Finalmente, nos llama a responder con fe, reconociendo que nada en nosotros puede salvarnos y que todo lo que necesitamos se encuentra en Cristo.

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