LOS DIEZ MANDAMIENTOS. PARTE 1 – AMAR A DIOS ( Éxodo 20:1-7)

03/09/2023

LOS DIEZ MANDAMIENTOS. PARTE 1 – AMAR A DIOS ( Éxodo 20:1-7)

Predicador:
Passage: Éxodo 20:1-7, Marcos 12:30-31, Juan 14: 15, Gálatas 3:24, Santiago 1:22-25
Tipo De Servicio:

LOS DIEZ MANDAMIENTOS
Serie: Éxodo «Libertad, rescate y responsabilidad» 

Parte 1: Amar a Dios – Éxodo 20: 1-7 (NTV)

Expositor: Pastor Todd Tillinghast

A lo largo de la serie, hemos visto cómo Dios libertó al pueblo de Israel de Egipto. Desde el comienzo, le prometió a Abraham que iba a liberar a su pueblo de la nación de Egipto cuando llegara ese tiempo. Dios siempre los ha protegido de todo mal.

Le dio los diez mandamientos a la nación de Israel. Es importante entender que todo lo que Él hace por su pueblo, es por amor. De la misma manera, cada tipo de relación tiene sus reglas. Es imposible estar una relación donde nos amemos unos a otros y nos respetemos sin ningún tipo de normas. Incluso en un vínculo de amistad, hay reglas para que esta sea sana y fructífera.

Los límites y las restricciones son requeridas para proteger el amor que se tienen las personas.

El propósito de la ley de Dios:

La ley nos ayuda a amar a Dios y a las personas (Éxodo 20: 1-7)

Los primeros cuatro mandamientos nos enseñan a amar a Dios sobre todas las cosas; el resto, a las otras personas.

«Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es igualmente importante: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Ningún otro mandamiento es más importante que estos» (Marcos 12:30-31).

En el Antiguo Testamento, el Señor da los mandamientos como instrucciones y reglas. En cambio, Jesús en el Nuevo Testamento los resume, enfocándolos en el amor hacia Dios y a las otras personas, ya que, como hemos mencionado anteriormente, cada tipo de relación tiene reglas.

Según Jesús, cuando obedecemos sus mandamientos, expresamos nuestro amor a Dios.

«Si me aman, obedezcan mis mandamientos» (Juan 14: 15).

La ley de Dios nos guía a Cristo

«Dicho de otra manera, la ley fue nuestra tutora hasta que vino Cristo; nos protegió hasta que se nos declarara justos ante Dios por medio de la fe» (Gálatas 3:24).

La ley se nos fue dada, pero no nos salva, sino que su propósito era el de ser nuestra guía y tutora. Nos enseña que necesitamos a Cristo porque, como seres humanos, tendemos a pecar y no podemos obedecer la ley a cabalidad por nuestra propia cuenta.

Dios utiliza la ley como un espejo

«No solo escuchen la palabra de Dios; tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos. Pues, si escuchas la palabra[,] pero no la obedeces, sería como ver tu cara en un espejo; te ves a ti mismo, luego te alejas y te olvidas cómo eres. Pero si miras atentamente en la ley perfecta que te hace libre y la pones en práctica[,] y no olvidas lo que escuchaste, entonces Dios te bendecirá por tu obediencia» (Santiago 1:22-25).

Otro de los propósitos de la ley es que es un espejo que nos permite ver nuestras almas. De tal manera, nos ayuda a trabajar y crecer en varias áreas de nuestra vida, ya que no somos perfectos, lo que produce constancia en la mejora continua y cada vez nos pareceremos más a Jesús.

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