UN ESTUDIO DEL LIBRO DE ROMANOS: «TODO LO QUE NECESITAS SABER SOBRE LA VIDA CRISTIANA Y ALGO MÁS» Parte 4- La Justicia de Dios
En este estudio basado en Romanos 3, exploramos tres aspectos clave: primero, la ventaja del pueblo judío, elegido por Dios para custodiar su palabra, pero que no reconoció a Jesús como el Mesías; segundo, la pregunta sobre por qué Dios permite el pecado, a pesar de ser soberano; y tercero, la respuesta de Dios: todos estamos igualmente condenados por el pecado y necesitamos la salvación a través de Jesús.
En este estudio podemos desglosar los siguientes elementos:
1. La ventaja del pueblo judío
Dios eligió al pueblo judío entre todas las naciones del mundo para cumplir una misión especial. A veces se pregunta por qué los judíos son llamados “pueblo escogido”, si no parece que tengan privilegios especiales. Es importante entender que la ventaja no significa que Dios pasaría por alto sus pecados. La verdadera ventaja del pueblo judío es que fueron los encargados de guardar y transmitir la palabra de Dios, es decir, el Antiguo Testamento. Ellos fueron los que preservaron los escritos sagrados que contienen las promesas y la ley de Dios para la humanidad.
Además, los judíos tuvieron el honor de ser el pueblo a través del cual vino Jesucristo, el Salvador. Jesús nació en Israel y su ministerio se llevó a cabo entre los judíos. A pesar de todas estas bendiciones y responsabilidades, muchos judíos no reconocieron a Jesús como el Mesías, la esperanza que Dios les había prometido. Sin embargo, la esperanza de salvación que los judíos tienen es la misma para todas las personas del mundo: la necesidad de aceptar a Jesús como Salvador.
2. La permisión del pecado por parte de Dios Una pregunta común es por qué Dios, siendo bueno y todopoderoso, permite que exista el mal y el pecado en el mundo. Si Él tiene el poder de detenerlo, ¿por qué no lo hace? La respuesta está en que Dios no creó el pecado. El pecado no viene de Él, sino de la decisión libre de la humanidad. Dios hizo al ser humano con libre albedrío, lo que significa que tiene la capacidad de tomar sus propias decisiones. Desafortunadamente, la humanidad eligió apartarse de Dios y buscar el pecado.
Dios no obliga a las personas a hacer el mal, pero les da la libertad de elegir. Aunque Él sabe que estas decisiones pueden traer sufrimiento y dolor, respeta la libertad humana. Es un misterio por qué Dios permite el mal, pero sabemos que tiene un propósito más grande que solo entendemos parcialmente. Al final, Él promete que hará justicia y pondrá fin al mal cuando regrese.
3. La respuesta de Dios: todos estamos igualmente condenados
La tercera enseñanza es que, al final, todos los seres humanos estamos en la misma situación: todos somos pecadores. No importa si somos judíos, gentiles, ricos o pobres, todos hemos pecado y estamos separados de Dios por nuestras acciones. Esto significa que no hay nadie que pueda salvarse por sus propios esfuerzos o méritos. Todos necesitamos la salvación que solo Jesús puede ofrecer. La respuesta de Dios a nuestra condición de pecado es clara: Él envió a Jesús para morir por nuestros pecados y darnos la oportunidad de reconciliarnos con Él. Para recibir esta salvación, es necesario aceptar a Jesús en el corazón, arrepentirse de nuestros pecados y confiar en Él como nuestro Salvador. Esto es algo que todos, sin excepción, debemos hacer, ya que todos estamos igualmente necesitados de la gracia de Dios.
En conclusión, Romanos 3 nos recuerda que, a pesar de las ventajas y bendiciones que algunos pueblos han recibido, como los judíos, todos somos igualmente culpables ante Dios por el pecado. La soberanía de Dios no implica que haya causado el mal, sino que la humanidad, por su libre albedrío, eligió apartarse de Él. Al final, la única esperanza para la humanidad es la salvación que se encuentra en Jesucristo, quien ofrece perdón y reconciliación para todos, sin importar su origen o historia.