Parte 23-1: EL PLAN DE DIOS PARA ISRAEL (Romanos 10:18-11:10)
En esta sección del estudio del libro de Romanos, titulada “El plan de Dios para Israel (parte 1)” y basada en Romanos 10:18–11:10, el apóstol Pablo aborda un tema crucial: el propósito divino para la nación de Israel dentro del plan de salvación. A lo largo de los capítulos anteriores, Pablo ha presentado cómo Dios eligió a un pueblo y le dio una identidad especial, pero muchos judíos rechazaron el evangelio de Cristo. Surge entonces una pregunta profunda: ¿qué papel tiene Israel en los planes actuales de Dios?
El capítulo 11 no introduce una idea nueva, sino que continúa el hilo del mensaje central del evangelio, conectando la salvación de los gentiles con el trato que Dios sigue teniendo hacia su pueblo escogido, Israel.
- El concepto de lo complejo
El tema de Israel es complejo, tanto teológica como espiritualmente. Pablo no se refiere únicamente al Israel étnico, sino también al espiritual —a quienes creen por fe en Cristo—. El creyente está llamado a amar a Israel, pero también a todas las naciones, reconociendo que el plan redentor de Dios abarca a toda la humanidad.
2. Cronología
La historia de Israel se extiende desde los tiempos antiguos, y a lo largo de las Escrituras se observa como Dios ha tratado con esta nación en diferentes momentos. Pablo, en sus cartas, a veces habla del Israel del pasado y otras del Israel del futuro, mostrando que, aunque muchas cosas han cambiado, el propósito de Dios permanece firme y fiel.
3. Contexto
Es esencial interpretar este pasaje dentro del contexto bíblico general. En Romanos 9:6, Pablo afirma que “la palabra de Dios no ha fallado”. Si Dios hubiera incumplido sus promesas hacia Israel, tampoco podríamos confiar en sus promesas hacia nosotros. Sin embargo, Su fidelidad es inquebrantable: lo que Él ha dicho, lo cumple.
El plan de Dios para Israel
- Israel es responsable (Romanos 10:18–22)
Pablo recuerda que Israel sí escuchó el mensaje del evangelio, ya que Dios envió profetas desde el Antiguo Testamento para anunciar la venida del Mesías. Todos los elementos estaban presentes: el mensaje, los mensajeros y el propósito divino. A pesar de ello, la nación rechazó a Jesús y cayó repetidamente en idolatría, adorando a otros dioses.
En Deuteronomio 32, Dios ya había advertido que provocaría a celos a Israel con un pueblo “que no es pueblo”, aludiendo a la inclusión de los gentiles. Así se cumple la profecía en tiempos de Pablo: mientras Israel buscaba justicia mediante el legalismo, Dios se revelaba a quienes no lo buscaban, extendiendo Su gracia más allá de las fronteras de Israel.
Este celo divino refleja el profundo amor de Dios: Él no comparte Su gloria con nadie y desea que su pueblo le pertenezca por completo. - Israel no ha sido rechazado
Aunque la nación en su mayoría rechazó al Mesías, Dios no ha desechado a Su pueblo. Su plan sigue en pie y existe esperanza de restauración. La fidelidad de Dios trasciende la infidelidad humana. - El remanente de Israel
Aplicación personal
El celo de Dios hacia Israel también se aplica hoy a la vida de cada creyente. Así como el Señor deseaba el corazón completo de Su pueblo, también anhela el nuestro. Su celo no solo expresa amor, sino también dolor cuando algo o alguien ocupa el lugar que solo le pertenece a Él.
Cada persona debe preguntarse: ¿qué hay en mi vida que puede despertar el celo de Dios? Puede ser el dinero, el éxito, la reputación o incluso la familia. Dios quiere que todo nuestro afecto, confianza y refugio estén puestos en Él y no en otras fuentes de consuelo o seguridad.
El plan de Dios para Israel revela tanto Su justicia como Su misericordia. Aunque la nación fue desobediente, Su palabra no ha fallado, y Él continúa obrando en su historia y en la de la humanidad entera. Este mismo Dios que fue fiel con Israel sigue siendo fiel con nosotros hoy.
Su amor celoso nos invita a examinar el corazón y a rendirle completamente nuestro amor y adoración, recordando que solo Él merece lo mejor de lo que somos y tenemos.

