MADUREZ EN RIQUEZAS

Madurez en Riquezas
(Serie: La epístola de Santiago, madurez espiritual)
Este capítulo de Santiago muestra dos grupos de personas con posiciones económicas diferentes (cristianos, humildes y ricos).

Jesús entendía la pobreza porque Él la vivió. Él y Santiago, su hermano, crecieron en un ambiente donde no tenían posesiones. En Mateo 8: 20 dice: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; más el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza».
Él no estaba en contra de las riquezas. Entre sus seguidores había personas con bienes, por ejemplo Nicodemo y José de Arimatea. El problema es dónde depositamos nuestra confianza.
Santiago nos anima a no basar nuestra felicidad en nuestra situación financiera. No importa cuánto dinero tengamos o si el sistema del mundo nos dice si somos o no exitosos. Somos nación santa, pueblo adquirido por Dios (1 Pedro 2:9). Él nos dice la razón por la cual no debemos estar atados a las riquezas, porque no solo estas se desvanecen, sino la vida en sí.
Debemos empezar a gloriarnos y a enfocarnos en Cristo. Santiago no dice que ser exitoso es malo, sino que debemos gloriarnos y regocijarnos en la eternidad.
Meditemos en nuestras bendiciones, en los beneficios que ya tenemos en Jesús. Entendamos que estas bendiciones son para la eternidad y nada ni nadie las puede quitar. Efesios 1:3 expresa: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”.
Seamos honestos con nosotros mismos. Pidamos al Señor que nos ayude a no poner nuestra esperanza en el mundo sino en Él. Esto no significa que dejemos de trabajar o no hacer las cosas con excelencia. Pero nuestra identidad no debe estar enfocada en nuestras posesiones, sino en Cristo.

Leamos Efesios 1:14 y meditemos en los beneficios que tenemos en la redención de Cristo Jesús.