CRISTO EN EL ÉXODO, PARTE 5: EL ATRIO DEL TABERNÁCULO ( Éxodo 27:9-21 )
El atrio del Tabernáculo
Serie: Cristo en el Éxodo
Pastor Todd Tillinghast
Cristo es el precio
Nada de lo que hagamos nos permitiría tener acceso a la presencia de Dios. Nadie en la historia de la humanidad ha tenido el acceso a Dios por medio de una oración. El acceso a la presencia de Dios no fue gratuito, se pagó un alto precio y no lo cubrimos nosotros, sino que Jesucristo lo hizo de manera permanente con su sacrificio perfecto.
Cristo es la puerta
Para entrar al atrio, era necesario pasa por una sola entrada. De la misma manera, Jesús es la única vía de acceso al Padre.
En Juan 14, 6, Él declara: «[…] Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí». En Juan 10, 9: «Yo soy la puerta; los que entren a través de mí serán salvos […]».
La puerta que conducía al atrio fue hecha con una tela de varios colores. Estos colores no fueron escogidos al azar, sino que tienen una simbología. El color azul representa el cielo donde mora el Padre, y donde moraba Jesús antes de descender a la Tierra; el morado o púrpura, la realeza; el rojo, realeza, riqueza y la sangre que cubre nuestro pecado.
Cristo es la protección
Jesucristo no solo nos da acceso a la presencia de Dios, sino que nos mantiene allí. No solo nos da la salvación, sino que intercede por nosotros para que nos podamos mantener firmes en la fe (1 Juan 2, 1-6).
Siempre debemos recordar que la presencia de Dios no siempre fue tan accesible como lo es hoy, no debemos caer en el error de tomar esta bendición por sentado. Adoremos diariamente con nuestras vidas, pues ahora estamos llamados a ser sacrificios vivos, a amar y a servir a otros. Dios nos ha llamado a proclamar a Jesucristo para que todos tengan la oportunidad de tener acceso a la presencia de Dios.