DISCIPULADO QUE DA MÁS FRUTO (Mateo 128:17-21)

04/02/2024

DISCIPULADO QUE DA MÁS FRUTO (Mateo 128:17-21)

Predicador:
Passage: Mateo 28:17-21
Tipo De Servicio:

DISCIPULADO QUE DA MÁS FRUTO (Mateo 128:17-21)
SERIE: AÚN MÁS FRUTO


Facilitador: Todd Tillinghast

Para producir aún más frutos, nos enfrentamos a dos preguntas esenciales: ¿Cómo aumentar nuestra producción de frutos? y ¿Qué aspectos de nuestra vida debemos podar para lograrlo? Estas preguntas son vitales y están estrechamente relacionadas. La poda, aunque en ocasiones dolorosa, emerge como una etapa necesaria; sin ella, la perspectiva de una cosecha abundante se ve comprometida.

Tres puntos importantes de discipulado que produce más frutos:

1. Contexto del Discipulado
La Gran Comisión de Jesús fue impartida al concluir su ministerio, después de haber preparado a sus seguidores para este llamado. En Mateo 28:17: «Y cuando le vieron, le adoraron; …”, observamos el resultado final del proceso de discipulado. La culminación del discipulado es la formación de adoradores dedicados a Dios, con el objetivo de que nuestras vidas sean una constante expresión de adoración hacia Él.
Al finalizar, Jesús revela la misión de sus discípulos, enfatizando la importancia de la palabra «Vayan», ya que la efectividad del discipulado radica en la acción y en ir hacia otros. El discipulado debe ser un proceso dinámico y continuo, como lo indica el mandato de Jesús de «continuar yendo». Este enfoque implica un movimiento constante, trabajando con aquellos que se comprometen activamente. Se subraya la relevancia de la acción en el discipulado, como se refleja en Romanos 10:15-16: «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!». En este contexto, el discipulado siempre opera en el marco de una misión activa.

2. Contenido del discipulado
En Mateo 28:20, Jesús nos ofrece una perspectiva clara sobre el discipulado. La palabra «discípulo» implica ser alguien que aprende. El discipulado se define de manera específica como un proceso de aprendizaje, centrado en la comprensión de la Palabra de Dios. Según Lucas 24:27, Jesús compartía cómo él era el tema central de todas las Escrituras, lo que indica que un signo distintivo del discipulado es su enfoque cristocéntrico.
Una pregunta fundamental a considerar es: ¿Mis discípulos están acercándose más a Cristo o a mí? Debemos seguir el ejemplo de Juan el Bautista, quien supo cómo preparar el camino para Jesús al declarar que es necesario que mengüemos para que Jesús crezca. Como maestros, nuestro objetivo debe ser que nuestros discípulos se enamoren cada vez más de Cristo, que lo conozcan y lo amen, y al hacerlo, también se conozcan a sí mismos.
La esencia fructífera del discipulado se manifiesta en la aplicación práctica de la información recibida. A menudo, nos nutrimos de conocimiento sin llevarlo a la práctica. La raíz del problema radica en la falta de aplicación y vivencia de lo que aprendemos. Por lo tanto, cada ocasión en que escuchamos la Palabra de Dios se convierte en un acto de discipulado, resaltando la importancia de aplicar y vivir aquello que aprendemos.

3. Consecuencia del discipulado
El resultado del proceso de discipulado se refleja en nuestro crecimiento, madurez y aplicación de la Palabra de Dios en nuestras vidas. Hebreos 5:11-14 destaca que la distinción entre ser espiritualmente inmaduro y maduro se resume en dos conceptos: la capacidad de discernimiento y la práctica constante. Al poner en práctica de manera continua lo que aprendemos, incrementamos nuestra capacidad de producir fruto.
En lugar de preguntarnos si tenemos al mejor líder de discipulado, deberíamos reflexionar sobre si estamos aplicando activamente lo que aprendemos. Esta pregunta nos conduce al centro del proceso de discipulado y a su propósito fundamental.
La aplicación activa de lo que estamos aprendiendo en nuestro discipulado revela la importancia de aplicar el conocimiento en acciones concretas. Este proceso no solo fortalece nuestro crecimiento espiritual, sino que también nos impulsa a ser misionales, a impactar positivamente nuestro entorno y relacionarnos de manera significativa con las personas que están a nuestro alrededor.
En el camino hacia la misión, debemos evaluar qué aspectos de nuestras vidas deben ser podados para producir más frutos. Identificar y ajustar hábitos, actitudes o relaciones que podrían limitarnos en nuestro desarrollo espiritual.

APLICACIONES:

  1. ¿Estoy poniendo en práctica lo que estoy aprendiendo en mi discipulado?
  2. ¿Mi discipulado está dirigiendo hacia la misión?, ¿el discipulado que recibo me está permitiendo ser misional en hablar con mis vecinos, amigos?
  3. ¿Qué cosas deben ser podadas en mi vida para producir aún más fruto?, ¿qué debe cambiar?
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