DISCIPULADO Y MULTIPLICACIÓN (Timoteo 2:1-15)

19/11/2023

DISCIPULADO Y MULTIPLICACIÓN (Timoteo 2:1-15)

Predicador:
Passage: Timoteo 2:1-15
Tipo De Servicio:

DISCIPULADO Y MULTIPLICACIÓN (Timoteo 2:1-15)
Expositor: Massiel Vergara

Desde la cárcel, Pablo escribió una segunda carta personal a su amado discípulo Timoteo. En ella, Pablo comparte sus últimas palabras y deja un legado. Alienta a Timoteo y a otros a seguir adelante pese a las dificultades, y que en todo momento deben recordar la importancia de su papel como discípulos y seguidores de Dios.

En ocasiones nos desanimamos y perdemos fuerzas al invertir en otros discípulos para que se conviertan en multiplicadores.

A pesar de los desafíos, como hijos de Dios, tenemos un llamado que cumplir; debemos invertir en los demás por amor.
1. Fortalécete en la gracia del señor
«Timoteo, mi querido hijo, sé fuerte por medio de la gracia que Dios te da en Cristo Jesús» (2 Timoteo 2: 1, NTV).
En el primer versículo, Pablo se dirige a Timoteo como su hijo y le recalca que debe fortalecerse en la gracia del Señor. Esta fortaleza proviene del poder del Espíritu Santo y no de nuestras propias capacidades. El Señor nos dice: «[…] Bástate en mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad […]» (2 Corintios 12:9, RVR 1960).
El acto de invertir en otras personas puede generar nerviosismo, ya que a menudo nos sentimos inadecuados y tememos, por lo que debemos fortalecernos en la gracia del Señor.
La exhortación es a fortalecerse en la gracia de Dios, no en nuestras propias fuerzas. El objetivo es que Cristo sea glorificado en todas nuestras acciones.
2. Multiplica tu vida
«Me has oído enseñar verdades, que han sido confirmadas por muchos testigos confiables. Ahora enseña estas verdades a otras personas dignas de confianza que estén capacitadas para transmitirlas a otros» (2 Timoteo 2: 2, NTV).
Estamos aquí para atender a las multitudes, pero debemos reconocer que no podemos hacerlo solos. Un desafío en la multiplicación radica en entender qué es lo que estamos multiplicando. Es fundamental tener la certeza de poseer algo significativo que podamos multiplicar en la vida de los demás.
Pablo aconseja a Timoteo que designe a hombres fieles para enseñar a otros. La fidelidad implica confiabilidad y está relacionada con el carácter de la persona: ser enseñable, tener el deseo de crecer en la relación con Dios y ser apto para enseñar a otros.
Al seleccionar a alguien en quien invertir nuestra vida, es crucial comenzar con la oración y enfocarnos en dos aspectos principales: el carácter y el equipamiento. Se trata de compartir la misión, entrenar a la persona en ambas áreas: el carácter, revelando quién es el Señor, y proporcionar las herramientas necesarias para llevar a cabo la misión de hacer discípulos.
Cuando invertimos nuestras vidas en alguien, aspiramos a que crezcan en carácter, en su relación con el Señor, y que también adquieran las herramientas necesarias para multiplicar a otros.
El discipulado implica confiar responsabilidades a otros, caminar a su lado y abrir nuestras vidas para mostrarles cómo vivimos en el Señor. Nuestro deseo debe ser el de multiplicar nuestras vidas en los demás.
3. Sufre penalidades
«Soporta el sufrimiento junto conmigo como un buen soldado de Cristo Jesús. Ningún soldado se enreda en los asuntos de la vida civil, porque de ser así, no podría agradar al oficial que lo reclutó. Asimismo, ningún atleta puede obtener el premio a menos que siga las reglas. Y el agricultor que se esfuerza en su trabajo debería ser el primero en gozar del fruto de su labor» (2 Timoteo 2: 3-6, NTV).
No nos gusta sufrir, pero se nos insta a soportarlo como buenos soldados de Cristo. Dios, quien sufrió por nosotros al dar su vida, nos llama a preocuparnos por otros, orar por ellos y estudiar la palabra para enseñarla. Pablo le indica a Timoteo que comparta su sufrimiento, y de manera similar, Jesús nos invita a compartir en su sufrimiento (Filipenses 2:7-8), ya que padeció dificultades y sacrificó su vida por nosotros, y nos invita a ser como él.
El sufrir penalidades es una parte integral de seguir a Cristo. Al invertir en alguien, surge un precio a pagar; ya no es solo acerca de nosotros, sino de pensar en otro, orar por esa persona, estar atentos a ella y estudiar la palabra para poder enseñarle. Aunque no hayamos experimentado lo que Pablo sufrió, enfrentamos luchas y pruebas que resultan en sufrimiento y penalidades.
Es importante cuestionarnos si nuestro sufrimiento es por causa del reino o debido a nuestras propias decisiones o las vicisitudes de la vida. Pablo utiliza al labrador, al atleta y al soldado como ejemplos y reúne las características comunes de disciplina, de constancia y de sacrificio.
Cuando estamos enfocados en la obra del Señor, invirtiendo en otros y buscando ganar más personas para Cristo, mantenemos las expectativas y la esperanza de que nuestra labor no es en vano. Aunque enfrentemos desafíos y pruebas, confiamos en que tendrán un propósito definido (2 Timoteo 2: 10-11).
4. La mente puesta en la eternidad
«Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida» (2 Timoteo 4: 5-8).
El texto nos exhorta a mantener una mente clara en cualquier situación. Pablo, que vivió con una perspectiva eterna pese a todo lo vivido, esperaba que Timoteo adoptara la misma actitud.
Cuando estamos desanimados y tentados a rendirnos, debemos preguntarnos si hemos luchado la buena batalla.
Puntos de aplicación:
1. Si me propusiera redactar una carta a un discípulo, ¿elegiría a aquel a quien he amado, dedicado mi tiempo y enseñado, y que pueda llevar adelante mi legado? Es crucial ser intencionales con las personas a las que tenemos a nuestro cuidado y que el Señor ha colocado a nuestro alrededor. ¿Qué mensaje transmitiría en esa carta? ¿Cuáles serían mis prioridades para ellos? ¿Qué acciones los llevarían a perseverar en su caminar?
2. ¿Estoy dispuesto a dar el paso de compartir mi vida con alguien? ¿Tal vez alguien de la comunidad? No estamos por encima de los discípulos, sino que estamos en este viaje juntos. La experiencia de crecer junto con alguien es invaluable.
3. ¿Cuáles son las razones detrás de mi sufrimiento y mis dolores? Es esencial reflexionar sobre las causas que nos llevan a atravesar momentos difíciles.

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