LA ORACIÓN QUE DA MÁS FRUTO (Juan 15:7-8, Mateo 6:9-13)

03/03/2024

LA ORACIÓN QUE DA MÁS FRUTO (Juan 15:7-8, Mateo 6:9-13)

Predicador:
Passage: Juan 15:7-8, Mateo 6:9-13
Tipo De Servicio:

Serie: Aún más fruto

Título: La oración que da más fruto (Juan 15, 7-8 & Mateo 6, 9-13)

Expositor: Pastor Todd Tillinghast

 

La oración tiene un impacto profundo en todas las áreas de nuestras vidas, no solo genera frutos, sino que también fortalece las conexiones entre todas ellas. Para un cristiano, la oración es esencial, ya que es la fundación de su relación con Dios.

Integrar el estudio de la Palabra con la oración va más allá de lo académico porque permite que la primera guíe nuestras acciones y penetre en el corazón.

«Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido! Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discípulos. Eso le da mucha gloria a mi Padre» (Juan 15, 7-8).

Del versículo anterior podemos extraer lo siguiente:

Permanece en Cristo

El ir a la iglesia no significa que realmente se permanece en Cristo, porque solo aquellos que permanecen en Cristo lo conocen y tienen una relación personal con Él. El punto de conexión clave para tener una relación personal con Él es la oración.

Aunque no siempre oramos, su Palabra debe permanecer en nosotros.

Que su Palabra permanezca en ti

Para que la Palabra permanezca en nuestras vidas, debemos leerla, estudiarla, memorizarla, internalizarla y aplicarla. De esta manera, lograremos que permanezca en nosotros.

Pide

Cuando nos dirigimos a Dios con nuestras peticiones, estamos involucrados en el acto de la oración. Al presentarle nuestras necesidades y deseos, estamos estableciendo un diálogo con Él. Este proceso se inicia con una condición implícita: si permanecemos en Cristo y su Palabra permanece en nosotros, entonces tenemos la libertad de pedir lo que deseamos, confiando en que nuestras peticiones serán atendidas.

Las escrituras nos instruyen a permanecer en Cristo, lo que implica pasar tiempo en su Palabra y permitir que ella resida en nuestros corazones. Esta práctica transforma nuestros deseos y metas, y los alinea con los principios de la Biblia. Al honrar a Dios mediante nuestra permanencia en Él y en su Palabra, glorificamos al Padre. A medida que nuestras peticiones se alinean con su voluntad, revelada en la Biblia, Él nos concede lo que le pedimos y como resultado, nuestra vida produce más frutos espirituales.

La Biblia nos enseña a pedir correctamente.

Mateo 6, 9-13:

Ora de la siguiente manera:

Padre nuestro que estás en el cielo,

que sea siempre santo tu nombre.

Que tu reino venga pronto.

Que se cumpla tu voluntad en la tierra

como se cumple en el cielo.

Danos hoy el alimento que necesitamos,

y perdónanos nuestros pecados,

así como hemos perdonado a los que pecan contra nosotros.

No permitas que cedamos ante la tentación,

sino rescátanos del maligno.

¿Qué podemos pedirle?

Los seguidores de Jesús reconocieron que Él producía un fruto que era resultado directo de su vida de oración, por lo que le pidieron que les enseñara a orar porque sabían que Él se retiraba para pasar tiempo con el Padre en oración.

Cuando los judíos oraban, se dirigían a Dios como Jehová, mientras que Jesús se refería a Él como su Padre. Jesús les proporcionó a sus discípulos las categorías y el orden apropiado para dirigirse a Dios.

Frecuentemente, subestimamos la riqueza de esta oración, ya que no logramos distinguir que la estructura es una guía que Jesús nos dejó para nuestras propias oraciones.

En ella se incluyen seis peticiones que nos pueden ayudar a enfocarnos en nuestro tiempo de oración. Las tres primeras se tratan acerca de Dios, de su gloria, su reino y su voluntad. Su gloria es más importante para Él que cualquier otra cosa. Podemos acercarnos con nuestras cargas y nos escucha, pero lo más importante es adorarlo.

Orar que el nombre del Señor sea santificado;
Orar que el reino de Dios venga;
Que se cumpla la voluntad de Dios tanto en la tierra como el cielo.

Jesús nos está diciendo que cuando oremos, pidamos que cumplamos su voluntad. Cuando nos enfocamos en su voluntad, nos damos cuenta de que nuestros problemas no son tan grandes. Después que nos enfoquemos en lo que es más importante para Él, podemos poner nuestras necesidades y pedir al Señor que perdone nuestros pecados.

Presentar nuestras necesidades personales a Dios;
Pedir que perdone nuestros pecados, como perdonamos aquellos que pecan contra nosotros;
Que no permita que caigamos en tentación, sino que nos rescate del maligno.

Al orar, no solo debemos enfocarnos en nuestras necesidades, sino que también debemos pedir por las demás personas. Otro punto importante es examinar nuestros corazones y pedirle que perdone nuestros pecados, y en su gracia lo hace (1 Juan, 1, 9). Además, antes de pecar, debemos pedirle que nos libre de caer en tentación.

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