NO ES TU REINO, ES MI REINO (Hechos 1:6-8)
NO ES TU REINO, ES MI REINO (Hechos 1:6-8)
EXPOSITOR: Pastor Eudilio Guardia
Grandes civilizaciones, como la babilónica, defendían la teoría geocéntrica, es decir, que la Tierra es el centro fijo del universo y el Sol y demás planetas giran a su alrededor. Para el siglo II después de Cristo, el gran Claudio Tolomeo, científico griego, introdujo el sistema geocéntrico en su obra Almagesto. Esta idea se mantuvo hasta el siglo XVI, cuando Nicolás Copérnico, un clérigo y astrónomo polaco, afirmó lo contrario: que la Tierra en realidad giraba alrededor del Sol; es la teoría heliocéntrica. Un siglo después, Galileo Galilei demostró que Copérnico tenía razón. Gracias a los avances tecnológicos, conocemos que el Sol es el centro.
El sacrificio de Cristo, su resurrección y ascensión fueron, para que, en el poder del Espíritu Santo, la iglesia siga proclamando el evangelio de Cristo hasta los confines de la tierra y no se preocupe demasiado por la restauración de sus necesidades, sino que sepa que Dios tiene el control de todo.
Hechos 1: 6-8 registra cómo, a través del poder del Espíritu Santo, la iglesia se extendió desde Jerusalén y Samaria hasta lo último de la tierra.
Luego de la muerte de Jesús, por cuarenta días estuvo hablando acerca del reino de Dios y los discípulos le preguntaron si restauraría el reino de Israel. En Lucas 22:29, se habla de la restauración de Israel como nación y en Hechos 3:20-21, de la restauración de todas las cosas y de la humanidad.
A veces pensamos que somos el centro de todo, que Dios tiene que satisfacer nuestras demandas. Aunque Él está al tanto de nuestras necesidades (Filipenses 4:19), también quiere que prosperemos y avancemos, pero Dios no gira en torno a nosotros, sino que nosotros giramos en torno a Dios.
Para reflexionar:
¿Al seguir a Cristo, qué está pasando por nuestra mente? ¿Acaso estamos buscando nuestro propio reino, satisfacer nuestras propias necesidades? ¿Seguimos creyendo que todavía la Tierra es el centro y el Sol gira alrededor de ella? No somos el centro de las cosas. Dios es el centro de todo, de la creación (Colosenses 1:16). Por estar tan preocupados, perdemos la oportunidad de ver a Dios glorificarse.
¿Cómo estamos entendiendo lo que Dios quiere hacer con nuestro ministerio, con el llamado que nos está haciendo?
No podemos ser testigos sin ser llenos del Espíritu Santo. Tenemos que anhelar más su poder. A veces trabajamos fuertemente para satisfacer nuestras necesidades, pero no para ser llenos del Espíritu Santo. Ese poder es para que seamos sus testigos.
¿Cuál es nuestra condición como creyentes? ¿Qué tipo de cristianismo estamos viviendo: de supervivencia, de egoísmo o estamos siendo transformados a la imagen y semejanza de Cristo?
¿Qué es necesario evaluar en nuestras vidas? ¿Cuáles son y dónde están enfocadas nuestras prioridades? ¿Estamos comprendiendo realmente lo que significa ser discípulos y testigos de Cristo?