LA NUEVA VIDA EN CRISTO: UNA TRANSFORMACIÓN TOTAL (Colosenses 3:1-17)
Expositor: Carlos Ortiz
Estamos viviendo en una sociedad que quiere ver cambios rápidos. La pandemia, las crisis económicas, los conflictos globales y los desafíos personales han llevado a muchos a cuestionarse el sentido y propósito de sus vidas.
Una verdadera transformación no es una simple modificación de nuestro comportamiento, conducta, o seguir una lista de leyes o reglas religiosas. Una verdadera renovación debe ser total, comenzando desde lo más profundo de nuestro corazón y manifestándose en cada uno de los aspectos de nuestra vida. En el libro de Colosenses, Pablo nos ofrece una guía muy completa y poderosa sobre lo que significa vivir una vida transformada por el poder de Cristo.
¿Qué significa buscar las cosas de arriba? Es alinear nuestra mente y corazones con los valores, prioridades y propósitos del Reino de Dios.
Estos propósitos deben contener cinco aspectos:
- Conocer la voluntad de Dios sobre nuestras vidas
- Vivir sobre valores eternos
- Conocer el carácter y la naturaleza de Dios
- Participar de la expansión del Reino de Dios
Tener en todo momento la Gloria de Dios como una meta suprema.
¿Qué significa poner la mirada en las cosas de arriba? No se trata de despreciar la vida terrenal, es una invitación a ver toda la vida desde una nueva perspectiva.
Todas nuestras decisiones deben ser evaluadas a la luz de esta realidad y no a nuestra conveniencia. Esto va a afectar nuestras relaciones, ya que empezamos a mirar a las personas como Dios las ve, como seres eternos, igual que nosotros, que necesitan a Cristo. También afecta nuestros recursos, como el tiempo y el dinero, que se convierten en herramientas para el Reino y, sobre todo, afecta nuestras prioridades.
¿Cómo podemos desarrollar esta nueva orientación en nuestras vidas?
- Disciplina en la Palabra: Dedicar tiempo diario a la Escritura, permitiendo que moldee nuestra forma de ver la vida.
- En oración consciente: Desarrollar el hábito de evaluar cada situación y decisión a través de la oración, buscando realmente la perspectiva de Dios en comunión con otros hermanos en la Fe, que nos ayuden a mantener nuestra perspectiva celestial.
- Una evaluación constante: tomar tiempo para examinar cuáles son nuestras prioridades y las decisiones que tomamos. Esta orientación no es algo automático, requiere un esfuerzo constante, pero el Espíritu Santo es nuestro ayudante en todo este proceso de transformación.
En el Libro de Colosenses, Pablo nos exhorta a la muerte del viejo yo, que requiere de nuestra participación activa radical.
Es la muerte a la fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia.
El proceso de la muerte al yo es continuo. Comienza por un reconocimiento honesto de las áreas de pecado de nuestras vidas, seguido de un arrepentimiento genuino que implica no solo sentir remordimiento, sino de un cambio real de mentalidad. Incluye también el desarrollo de estrategias para resistir las tentaciones y la sustitución de los viejos hábitos pecaminosos por nuevas prácticas que realmente honren a Dios. Es una obra del Espíritu Santo en nosotros.
Como creyentes estamos en un proceso de renovación constante para cultivar las virtudes de esa nueva vida. No somos simplemente personas que intentan ser mejores. Somos escogidos por Dios, santos y amados. Esa identidad es un regalo de la gracia divina de Él.
Esas virtudes que debemos cultivar son: su entrañable misericordia, benignidad o bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, el perdón y el amor como el vínculo perfecto, la piedra angular de todas las virtudes. Ese amor está ligado a la paz de Dios y la gratitud.
¿Qué aspectos del viejo yo necesitan morir en nosotros?¿Qué virtudes debemos desarrollar más? Comprometámonos a vivir la nueva vida en Cristo con mayor intencionalidad y, sobre, todo dependencia del Espíritu Santo.