LOS PILARES DE UNA VIDA PLENA EN CRISTO
Expositor: Johana Huaynatti
Para vivir plenamente en Cristo, es esencial fundamentarnos en tres principios clave: justicia, sabiduría y gracia. La verdadera plenitud no proviene de nuestras propias fuerzas, sino de una relación cercana con Dios, quien nos da la fortaleza para enfrentar cada circunstancia con gratitud y equilibrio.
En su carta a los colosenses, el apóstol Pablo buscaba reafirmar su fe y protegerlos de falsas enseñanzas. Colosas, una ciudad multicultural influenciada por creencias paganas, tenía un contexto similar al de muchas sociedades actuales, incluyendo Panamá, donde convergen diversas culturas e ideas.
Así como en tiempos bíblicos existían relaciones de autoridad y responsabilidad, hoy también ejercemos liderazgo en distintos ámbitos de nuestra vida. Por ello, es fundamental actuar con justicia, buscar la sabiduría en Dios y reflejar Su gracia en nuestro trato con los demás.
Pilares de una vida plena en Cristo:
- Justicia
La justicia es esencial en la vida cristiana, pues refleja el carácter de Dios. Colosenses 4:1 y Efesios 6:9 nos enseñan a tratar a los demás con equidad, sin importar su estatus, porque todos rendimos cuentas a Dios.
En tiempos de Pablo, los amos tenían autoridad absoluta sobre sus siervos, pero él enfatizó que debían tratarlos con dignidad. Hoy, este principio aplica a nuestras relaciones familiares, laborales y ministeriales.
Ser justos implica corregir con amor, actuar con integridad y tratar a todos con respeto. Al hacerlo, reflejamos el corazón de Dios y contribuimos a una sociedad más justa.
2. Sabiduría
La sabiduría es fundamental en la vida cristiana, y su fuente principal es nuestra relación con Dios a través de la oración y la Palabra. Pablo, consciente de esto, dependía totalmente de Dios para el éxito de su ministerio. En Colosenses 4:5, nos exhorta a vivir sabiamente y a aprovechar cada oportunidad para compartir el evangelio.
Esta sabiduría nos guía a tomar decisiones correctas, actuar con prudencia y ser intencionales en nuestro testimonio. No solo debemos esperar oportunidades, sino también crearlas, permitiendo que Dios nos use para impactar a otros.
Para cultivarla, es esencial buscar a Dios diariamente en oración y en Su Palabra. Solo así podremos reflejar Su verdad y amor en cada aspecto de nuestra vida.
3. Gracia
La gracia es un don de Dios que no se gana, sino que se recibe por Su amor y misericordia. En Colosenses 4:6, Pablo nos exhorta a que nuestras palabras sean siempre con gracia, “sazonadas con sal”, para responder con sabiduría y amabilidad a los demás.
Nuestras palabras tienen el poder de edificar o causar conflictos. Por eso, es importante que sean bien pensadas y transmitidas con amor, de manera que abran puertas para compartir el evangelio. Cuando hablamos con gracia, sembramos semillas en el corazón de quienes nos rodean.
Así como hemos recibido el amor y el perdón de Dios, debemos reflejar esa misma gracia en nuestro trato con los demás, mostrando compasión y paciencia en nuestras interacciones diarias.
Vivir una vida plena en Cristo implica fundamentarnos en la justicia, la sabiduría y la gracia. La justicia nos llama a tratar a todos con equidad, la sabiduría nos guía a actuar con prudencia y a aprovechar cada oportunidad para compartir el evangelio, y la gracia nos recuerda el amor y el perdón que hemos recibido para también reflejarlos en nuestras palabras y acciones.
Cuando cultivamos estos principios en nuestra vida diaria, no solo crecemos espiritualmente, sino que también impactamos a quienes nos rodean, mostrando el carácter de Cristo en todo lo que hacemos. La verdadera plenitud no está en nuestras propias fuerzas, sino en vivir en comunión con Él.
Reflexión:
- Evaluar mi vida:
- ¿Hay pecados que debo confesar o actitudes que necesito cambiar?
- ¿Trato a todas las personas con equidad, incluso a quienes me resultan difíciles?
- ¿Aprovecho injustamente mi posición si tengo algún privilegio?
- ¿Mantengo mi integridad aun cuando nadie me está observando?
- ¿Busco la sabiduría de Dios cada día, o solo recurro a Él cuando lo recuerdo o cuando enfrento dificultades?