EL DON DE LA ENSEÑANZA COMO REGALO DE DIOS PARA EDIFICAR Y FORTALECER LA IGLESIA
Título: El don de la enseñanza como regalo de Dios para edificar y fortalecer la iglesia (1 Corintios 12:4-6)
Expositor: Carlos Ortiz
Estamos llamados a cumplir con la gran comisión, que es compartir el mensaje de Jesús, ya sea de forma local o global, y hacer discípulos. Por lo tanto, todos tenemos la responsabilidad de ser como maestros de la Palabra, compartiendo el evangelio de forma activa, con amor y sencillez, para que otros puedan entenderlo y vivirlo.
¿Qué es un don?
«Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo» (1 Corintios 12, 4-6).
Los dones son regalos que Dios nos da con un propósito especial: servir a los demás y no para buscar beneficio propio ni engrandecernos. Son regalos de gracia, diseñados para usarse en favor de otros. Sin embargo, no debemos confundir los dones con habilidades naturales que cualquier persona puede tener, como la facilidad para enseñar o explicar cosas en general.
El don de enseñanza que menciona la Biblia es algo sobrenatural. Es una habilidad especial que Dios da para explicar su Palabra de manera clara y con sabiduría, y que ayuda a otros a entender y aplicar lo que dice.
¿Qué es el don de la enseñanza?
El don de la enseñanza es un regalo especial que Dios nos da para explicar los principios de la Biblia de manera clara y comprensible. Es una capacidad sobrenatural para enseñar la verdad de la Palabra de Dios, que ayuda a que otros la entiendan y la apliquen en sus vidas.
Todos hemos sido llamados a enseñar en nuestros hogares, compartiendo los principios espirituales con nuestros hijos, nuestra pareja y otros familiares. Esto significa que tenemos la responsabilidad de guiar y animar a nuestras familias a conocer y vivir según la voluntad de Dios, mostrándoles con amor y ejemplo lo que significa seguir a Cristo.
«[…] y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Efesios 4, 11-13).
Un verdadero maestro no solo comparte la Palabra de Dios, sino que también sabe cómo aplicar los principios en la vida diaria. Su objetivo es ayudar a otros a crecer espiritualmente y fortalecer el cuerpo de Cristo, que es la iglesia. Un buen maestro guía con sabiduría, amor y claridad, mostrando cómo vivir según la voluntad de Dios en cada área de nuestra vida.
En la Biblia encontramos ejemplos de grandes maestros que Dios usó para instruir a su pueblo. Moisés se destacó como un líder e instructor al enseñar las leyes de Dios al pueblo de Israel. Esdras fue un escriba y maestro que dedicó su vida a estudiar y enseñar la Palabra de Dios. Jesús, nuestro mayor ejemplo, enseñó con autoridad, usando parábolas y ejemplos prácticos para revelar las verdades del reino de Dios. El apóstol Pablo también fue un maestro excepcional que escribió cartas que continúan guiando a los creyentes en su fe en la actualidad.
Responsabilidades que debe tener un maestro
- Debe tener cuidado con lo que enseña, ya que los conceptos mal explicados pueden cambiar el rumbo de la vida de una persona.
- Debe tener integridad espiritual; el maestro debe predicar con el ejemplo, debe vivir consonó a lo que enseña.
- Debe tener preparación académica y espiritual. Eso implica el estudiar la Biblia de manera constante.
- Debe evitar interpretaciones personales, no se debe moldear la palabra a su antojo, sino que debe tomar en cuenta el contexto del libro.
- Fue llamado a ser un verdadero equitador, su propósito es formar al cuerpo de Cristo para que pueda madurar y crecer.
- El verdadero maestro debe ser un defensor de la Palabra, ya que el mundo está lleno de mucha confusión espiritual y relativismo.
- Debe ser un intercesor, ya que debe pedir constantemente sabiduría y orar por aquellos a quienes enseña.
El don de la enseñanza es una herramienta poderosa que Dios ha dado para edificar y fortalecer al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Este don tiene la capacidad de generar cambios significativos en la vida de los creyentes porque a través de él se comunica la verdad de la Palabra de Dios de manera clara, práctica y transformadora.
Un maestro con este don ayuda a que los creyentes crezcan espiritualmente, comprendan mejor los principios bíblicos y aprendan a aplicarlos en su vida diaria. Este proceso de enseñanza no solo transmite conocimiento, sino que también guía a las personas hacia una vida más plena en Cristo, ayudándolas a madurar en su fe.