LA PARADOJA DE LAS PARÁBOLAS – Parte 7, «La parábola del Gran Banquete» (Lucas 14:15-24)
LA PARADOJA DE LAS PARÁBOLAS – Parte 7, «La parábola del Gran Banquete» (Lucas 14:15-24)
Jesús solía contar las parábolas cuando algunos de sus seguidores le hacían preguntas. Las parábolas eran su respuesta para que las personas entendieran mejor el reino de los cielos.
Como cristianos, hemos sido llamados a compartir el evangelio a todas las personas sin hacer distinción, ya que el reino de los cielos es para todos.
Estaremos analizando tres tipos de personas mencionadas en esta parábola:
El dueño de la cena
Jesús fue invitado a una cena por varios líderes religiosos. Entre sus seguidores estaban personas enfermas, que necesitaban milagros, y que eran marginadas y despreciadas.
En medio de la cena, entró una persona marginada que no estaba invitada porque necesitaba sanación. Los líderes religiosos estaban incómodos por la situación, pero Jesús lo sanó.
Jesús trataba de expandir el reino de Dios, ya que algunos judíos de ese tiempo eran arrogantes.
El dueño de la cena era la persona ofendida porque lo rechazaron. El dueño representa a Dios, que extiende una invitación y tenemos que aceptarla o recibirla.
Los siervos
Los siervos representan a las personas que trabajan para el dueño. Todo lo que hizo el dueño fue a través de sus siervos. Luego de que varios invitados rechazaron la invitación, el dueño se enojó muchísimo y dio instrucciones de invitar a las personas marginadas para que participen del banquete.
Es importante entender de que nadie es mejor y más que otros. No debemos rechazar a nadie, ya que Dios los acepta.
El dueño envió a sus siervos a las afueras del pueblo para invitar a todos los que pudieran sin hacer distinción. Los siervos representan al pueblo de Dios. Como hijos de Dios, debemos compartir el evangelio e invitar a todos los que podamos a formar parte del reino de los cielos.
Los invitados
Los invitados representan a todas aquellas personas que se les debe compartir el evangelio. El reino de los cielos está abierto para todos sin hacer distinción.
Es importante entender que, como cristianos, fuimos llamados a compartir el evangelio a cualquier persona sin hacer distinción.
Debemos invitar a personas a formar parte del reino de los cielos, tenemos que tomar en cuenta a todas las personas que están en nuestra red relacionar, a todas las personas que conozcamos.