NUESTRO PACTO CON DIOS – Parte 2.( Éxodo 24:9-18)

22/10/2023

NUESTRO PACTO CON DIOS – Parte 2.( Éxodo 24:9-18)

Predicador:
Passage: Éxodo 24:9-18, Éxodo 33:20, Mateo 17:1-6
Tipo De Servicio:

NUESTRO PACTO CON DIOS – Parte 2 (Éxodo 24:9-18)
Serie: Éxodo “Libertad, rescate y responsabilidad” 

Después de recibir las leyes de Dios, el pueblo de Israel ratificó el pacto por medio de sacrificios para poder entrar en la presencia divina.

El pacto con Dios se caracteriza por ser un pacto de sangre, ya que, de la misma manera en la que era importante que Moisés rociara sangre sobre el altar y sobre el pueblo, de la misma manera, la sangre de Cristo era imprescindible para que participásemos del pacto divino. Por otra parte, Moisés registró todo lo que Dios le había comunicado en un libro, por lo que la Palabra de Dios era esencial en la vida del pueblo y continúa siéndolo para nosotros en la actualidad. También es imperante comprender que el pacto con Dios es un pacto de gracia, es decir, solo podemos entrar en su presencia por su gracia.

Celebración del pacto

«Después Moisés, Aarón, Nadab y Abiú, y los setenta ancianos de Israel subieron al monte. Allí vieron al Dios de Israel. Debajo de sus pies parecía haber una superficie de lapislázuli de color azul brillante, tan clara como el mismo cielo. Aunque estos nobles de Israel pudieron contemplar a Dios, él no los destruyó. De hecho, compartieron una comida para celebrar el pacto, en la cual comieron y bebieron en su presencia» (Éxodo 24: 9-11).
Este pasaje describe la celebración del pacto entre el pueblo de Israel y Dios. Antes de este momento, el pueblo temía profundamente a Dios debido a la manifestación de su majestad y su santidad, lo que los hacía conscientes de su incapacidad para acercarse a Él. No obstante, luego del sacrificio, los líderes del pueblo se unieron junto con Moisés y Dios en una celebración, lo que contrastó con su experiencia previa.
La sangre de Cristo desempeña un papel crucial en este cambio, ya que anteriormente, la humanidad vivía con el temor de acercarse a Dios, pero al recibir la sangre de Cristo, puede tener compañerismo con Dios y gozar de los beneficios del pacto. Por lo tanto, debemos seguir proclamando el evangelio a aquellos que aún no han experimentado su gracia.
La ratificación del pacto simboliza el deseo de Dios de celebrar junto a su pueblo. El pasaje también ofrece una visión de cómo será la eternidad con la analogía de Dios sentado en un trono de azul brillante, lo que nos da esperanza en la celebración eterna en las bodas del cordero.

Cristo en el pacto (Éxodo 24:12-18)

«Luego el Señor le dijo a Moisés: “Sube al monte para encontrarte conmigo. Espera allí, y te daré las tablas de piedra en las que he escrito las instrucciones y los mandatos para que puedas enseñar al pueblo”. Entonces Moisés y su ayudante Josué salieron, y Moisés subió al monte de Dios.»
Moisés les dijo a los ancianos: “Quédense aquí y espérennos hasta que regresemos. Aarón y Hur se quedan aquí con ustedes; si alguien tiene algún altercado durante mi ausencia, que consulte con ellos”.
«Luego Moisés subió al monte, el cual quedó cubierto por la nube. Entonces la gloria del Señor se posó sobre el monte Sinaí, y durante seis días la nube cubrió el monte. Al séptimo día, el Señor llamó a Moisés desde el interior de la nube. Para los israelitas que estaban al pie del monte, la gloria del Señor, que estaba sobre la cima del monte, parecía como un fuego consumidor. Entonces Moisés fue desapareciendo en la nube a medida que subía al monte, y permaneció en el monte cuarenta días y cuarenta noches» (Éxodo 24: 12-18).
Aquí, en el Antiguo Testamento, encontramos tres tipologías de Cristo, de lo que sucedería cuando Él viniera a la tierra.

Moisés y Cristo como mediadores

Moisés cumplió el papel de mediador entre Dios y el pueblo desde el momento en que Dios lo llamó a través de la zarza ardiente. Por un parte, Moisés como mediador desempeñó un papel importante al representar a Dios ante el pueblo y viceversa; sin embargo, a lo largo de su vida, Moisés no fue perfecto y cometió errores. Por otro lado, Cristo también fue mediador entre Dios y la humanidad. A diferencia de Moisés, Cristo es un mediador perfecto, no cometió ningún error ni tuvo imperfecciones. Él intercede constantemente por nosotros en el cielo.
2. Lo que Moisés vio de manera parcial, Cristo lo ve de forma completa
Moisés no pudo ver directamente a Dios; cuando lo solicita, solo se le permite ver la espalda de Dios. En Mateo 17: 1-6, se relata la manifestación gloriosa cuando Jesús llevó a Pedro, Santiago y Juan a un monte alto, donde aparecieron Moisés y Elías. A pesar del temor de los discípulos, Jesús reveló su propia gloria; una experiencia opuesta a lo que ocurrió en el monte Sinaí.
En el Antiguo Testamento, muchos tópicos y profecías estaban ocultos, mientras que en el Nuevo Testamento se revelan. Moisés no pudo ingresar a la tierra prometida y murió sin verla, pero en la transfiguración, Jesús le reveló su gloria para que pudiese experimentarla. En ese momento, Dios declaró que Jesús es su hijo y que es el Salvador, el Mesías y nuestra esperanza. Por medio de la venida de Jesús, la relación entre Dios y el hombre cambió significativamente.
3. Los cuarenta días y cuarenta noches
Moisés pasó cuarenta días en el monte y probablemente ayunó. Asimismo, Jesús también pasó cuarenta días y cuarenta noches en el desierto después de su bautizo. A diferencia de Moisés, quien desempeñó un papel de mediador para Israel, Jesús es considerado el mediador espiritual entre Dios y nosotros.
Puntos de aplicación:

Debemos recordar y apreciar la importancia de nuestro pacto eterno con Dios, sellado con la sangre de Jesucristo. Este pacto es inquebrantable y debemos agradecer por el sacrificio de Cristo.
En este pacto, no estamos solos: somos parte de una comunidad y pertenecemos a Dios. Tenemos la esperanza de participar en las bodas del cordero, que debemos recordar constantemente en nuestras vidas. A pesar de las desilusiones y pruebas, sabemos que adoraremos a Dios en una fiesta eterna.
Somos un pueblo de pacto, no individuos con pactos por separado. El pacto es una relación entre Dios y su pueblo, y su poder se manifiesta cuando lo experimentamos y disfrutamos juntos como comunidad.

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